AHOGO al nadar



A muchos perros les gusta el agua o incluso nadar, pero no son capaces de discernir los peligros a los que se exponen, por lo que no es raro que se coloquen en situaciones de riesgo, sobre todo en el mar, donde pueden ser arrastrados por el oleaje. Tampoco es raro que una persona se ahogue al intentar salvar un perro que se encuentra a merced de las olas, por lo que en este caso lo prime­ro que tenemos que hacer es evaluar nuestro propio riesgo y actuar con cuidado, pues el perro puede encontrarse demasiado cansado y asustado, por lo que es necesario evitar que se apoye en nuestro cuerpo, acercándole un material flotante al que pueda asirse en primera instancia. 
En gatos es más raro casos de ahogo, pero puede suceder en gatitos de corta edad o de poco estado físico que caigan en bañeras o piscinas.


Si el animal ha tragado demasiada agua, sus pulmones ya tienen un contenido, por lo que la primera medida es tratar de que expul­se esa agua. Si se trata de un perro pequeño o un gato, se lo agarra de las patas traseras y se lo deja colgando cabeza abajo, sacudiéndolo para que el agua salga por gravedad. Un perro grande tendrá que mantenerse acostado, pero la opera­ción es la misma, levantándolo de los cuartos traseros para que su cabeza quede por lo bajo y expulse el agua. 



Si como resultado de esta operación el animal no comienza a toser, es probable que la respiración se haya interrumpido, así que tenemos que constatar su respiración y ritmo cardíaco, colocando al perro o gato de costado y procurando que su cabeza quede más debajo de su cuerpo. Si el corazón sigue funcionando pero no existe respiración, el único método viable es practicarle las respiraciones del RCP, y si tampoco hay latidos habrá que realizarle el RCP completo.